martes, 24 de diciembre de 2013

Compartir Navideño


Navidad viene del vocablo latín “nativas” que significa nacimiento y conmemora el nacimiento de nuestro salvador Jesucristo. Es en estas fechas que comercialmente nos han hecho creer que debemos esforzarnos por dar el regalo esperado a nuestros seres queridos (sobre todo niños). Y nadie nos escapamos a esta tradición comercial, puesto que los medios de comunicación y el entorno así no los recuerdan. Es común también que en estas fechas nos volvamos  más sensibles con el dolor ajeno, pobreza y abandono.

Considero que la tarea primordial de cada padre debería ser la de formar y enseñar el verdadero sentido de la Navidad y sobre todo enseñar (si es con el ejemplo mejor) que debemos ser solidarios con nuestros semejantes.

Les cuento que este año mientras compraba el pavo para la cena de noche buena, recordaba que sería mi cena número cuarenta que de forma  consecutiva cenaría pavo en la noche de navidad, porque así nos acostumbro mi Padre, y probablemente esta tradición luego la repliquen mis hijos Juan José y Sebastián con sus respectivas familias, y es que las tradiciones y el ejemplo son cosas que difícilmente las podemos borrar y tendemos a repetirlas mañana más tarde, es por ello que aquella frase de “eres idéntico a tu padre” no deje de tener asidero.

A donde quiero llegar con esta pequeña reflexión, es que nos esforcemos por grabar en la mente de nuestros hijos recuerdos buenos, para que ellos luego lo repliquen, con ello habremos contribuido y de forma positiva con la sociedad y la familia. Por ejemplo un recuerdo que siempre tengo en mi mente, era que cuando salimos con  mi papá y mi hermano a almorzar a la calle y de pronto se nos acercaba un niño a pedir que le regalen una propina, mi papá le invitaba a que se siente en la mesa y comparta con nosotros el almuerzo. Pare ello lo ubicaba cómodamente como si fuera el invitado especial y le alcanzaba la carta para que pidiese lo que se le antojase. Yo en ese momento y a esa edad (era muy niño) no lo entendía y para ser sincero me molestaba con mi padre, pero el sutilmente me hacia entender que debíamos compartir con lo que menos tenían, porque de eso se trataba el amor a Jesús.

Ejemplo con el anteriormente citado siempre le cuento a mi hijo mayor Juan José (Sebastián aun es muy pequeño pero ya llegara su momento) y trato de ponerlo en práctica, para con ello enseñarle que sean personas buenas, nobles, que entiendan que en esta vida todo es prestado, que el esfuerzo es recompensado con buenos resultados, que la felicidad esta en lo exterior y que la Paz esta en lo interior y hacia ello debemos enfocarnos.

Recuerdo que en una conversación con un amigo y estando a escasos días para la navidad, este me comento que quería regalarle a su hijo un carrito a batería, pero que el mismo estaba fuera de sus posibilidades económicas, aun cuando era muy del agrado de su hijo. Esto me dejo pensando y recordé que unos años atrás estaba en el mismo dilema por comprarle ese regalo a Juan José, y que gracias a Dios se lo puede comprar. Con ese carrito solíamos dar interminables vueltas al parque (venia con dos baterías que permitía un recorrido de aproximadamente 3 horas).  Cuando creció mi hijo, el carrito pasó a estar guardado en un rincón del cuarto de servicio de mi casa. A mi parecer el carrito estaba abandonado y ya no le daba importancia.

Mi hijo tiene la particularidad de guardar cosas a manera de recuerdo, por ejemplo la primera vez  que fuimos a una playa de la Punta en el Callao, guardo unas piedritas en su escondite secreto (escondite que desde luego desconocía). Así también en este escondite guardo los comprobantes de las entradas del cine de aquellas películas que son sus preferidas y algunas cositas más que generaban en él algún sentimiento agradable e importante.

Volviendo al tema del carrito, ese día luego de la conversación con mi amigo y de saber su frustración por no poder comprarle el regalo esperado a su hijo, al regresar a casa, le dije a mi hijo que quería conversar con él y nos dirigimos a la sala. Luego le comente lo que estaba pasando con mi amigo y su imposibilidad de comprarle el carrito a su hijo, así que le hice ver que aquel carrito que a mi parecer se encontraba botado o ya no era del agrado de mi hijo, podíamos compartirlo y hacer feliz al hijito de mi amigo. Recuerdo que mi hijo me miro y me hizo algunas preguntas propias de su edad acerca del nuevo destinatario de su carrito, pero acepto de corazón el ceder su juguete que a mi parecer como les repito, ya no le daba importancia.

Al día siguiente y luego de comentarle a mi amigo que nosotros le regalaríamos el carrito (que por cierto estaba en muy buenas condiciones), éste fue a recogerlo, y grande fue mi sorpresa al ver a mi hijo acercarse a su carrito y agacharse a la parte de atrás del mismo y luego de abrir la maletera,  empezar a sacar aquellas recuerdos que como les comentaba los guardaba en su escondite secreto, escondite que siempre desconocí, pero que en ese momento lo pude conocer y darme cuenta que aquel carrito siempre estuvo con él y no abandonado como yo pensaba. Se los juro que en ese momento paso por mi cabeza, el detener el gesto de regalar aquel carrito, pero luego de ver a mi hijo sacar todas sus cositas en una cajita, me dijo… ya papi ya se lo pueden llevar. Ese gesto de desprendimiento lo voy a tener grabado en mi mente por siempre y hoy se los comparto.

Acciones como estas están formando el carácter noble de mi hijo, desde luego que estoy trabajando en complementar con otros valores que ayuden a convertirlo en un ser humano bondadoso y bueno, porque ellos son los hombres del futuro, que precisamente necesita este mundo.
Feliz Navidad.

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