Navidad viene del vocablo latín “nativas” que significa
nacimiento y conmemora el nacimiento de nuestro salvador Jesucristo. Es en
estas fechas que comercialmente nos han hecho creer que debemos esforzarnos por
dar el regalo esperado a nuestros seres queridos (sobre todo niños). Y nadie
nos escapamos a esta tradición comercial, puesto que los medios de comunicación
y el entorno así no los recuerdan. Es común también que en estas fechas nos
volvamos más sensibles con el dolor ajeno,
pobreza y abandono.
Considero que la tarea primordial de cada padre debería ser la de formar
y enseñar el verdadero sentido de la Navidad y sobre todo enseñar (si es con el
ejemplo mejor) que debemos ser solidarios con nuestros semejantes.
Les cuento que este año mientras compraba el pavo para la cena de noche buena,
recordaba que sería mi cena número cuarenta que de forma consecutiva cenaría pavo en la noche de
navidad, porque así nos acostumbro mi Padre, y probablemente esta tradición
luego la repliquen mis hijos Juan José y Sebastián con sus respectivas familias,
y es que las tradiciones y el ejemplo son cosas que difícilmente las podemos
borrar y tendemos a repetirlas mañana más tarde, es por ello que aquella frase
de “eres idéntico a tu padre” no deje de tener asidero.
A donde quiero llegar con esta pequeña reflexión, es que nos esforcemos
por grabar en la mente de nuestros hijos recuerdos buenos, para que ellos luego
lo repliquen, con ello habremos contribuido y de forma positiva con la sociedad
y la familia. Por ejemplo un recuerdo que siempre tengo en mi mente, era que cuando
salimos con mi papá y mi hermano a
almorzar a la calle y de pronto se nos acercaba un niño a pedir que le regalen una
propina, mi papá le invitaba a que se siente en la mesa y comparta con nosotros
el almuerzo. Pare ello lo ubicaba cómodamente como si fuera el invitado especial y le alcanzaba
la carta para que pidiese lo que se le antojase. Yo en ese momento y a esa edad
(era muy niño) no lo entendía y para ser sincero me molestaba con mi padre,
pero el sutilmente me hacia entender que debíamos compartir con lo que menos tenían, porque de eso se trataba el amor a Jesús.
Ejemplo con el anteriormente citado siempre le cuento a mi
hijo mayor Juan José (Sebastián aun es muy pequeño pero ya llegara su momento)
y trato de ponerlo en práctica, para con ello enseñarle que sean personas
buenas, nobles, que entiendan que en esta vida todo es prestado, que el
esfuerzo es recompensado con buenos resultados, que la felicidad esta en lo
exterior y que la Paz esta en lo interior y hacia ello debemos enfocarnos.
Recuerdo que en una conversación con un amigo y estando a
escasos días para la navidad, este me comento que quería regalarle a su hijo un
carrito a batería, pero que el mismo estaba fuera de sus posibilidades económicas,
aun cuando era muy del agrado de su hijo. Esto me dejo pensando y recordé que
unos años atrás estaba en el mismo dilema por comprarle ese regalo a Juan José,
y que gracias a Dios se lo puede comprar. Con ese carrito solíamos dar
interminables vueltas al parque (venia con dos baterías que permitía un
recorrido de aproximadamente 3 horas). Cuando
creció mi hijo, el carrito pasó a estar guardado en un rincón del cuarto de
servicio de mi casa. A mi parecer el carrito estaba abandonado y ya no le daba
importancia.
Mi hijo tiene la particularidad de guardar cosas a manera de
recuerdo, por ejemplo la primera vez que
fuimos a una playa de la Punta en el Callao, guardo unas piedritas en su
escondite secreto (escondite que desde luego desconocía). Así también en este escondite
guardo los comprobantes de las entradas del cine de aquellas películas que son
sus preferidas y algunas cositas más que generaban en él algún sentimiento
agradable e importante.
Volviendo al tema del carrito, ese día luego de la conversación
con mi amigo y de saber su frustración por no poder comprarle el regalo esperado
a su hijo, al regresar a casa, le dije a mi hijo que quería conversar con él y
nos dirigimos a la sala. Luego le comente lo que estaba pasando con mi amigo y su
imposibilidad de comprarle el carrito a su hijo, así que le hice ver que aquel
carrito que a mi parecer se encontraba botado o ya no era del agrado de mi
hijo, podíamos compartirlo y hacer feliz al hijito de mi amigo. Recuerdo que mi
hijo me miro y me hizo algunas preguntas propias de su edad acerca del nuevo
destinatario de su carrito, pero acepto de corazón el ceder su juguete que a mi
parecer como les repito, ya no le daba importancia.
Al día siguiente y luego de comentarle a mi amigo que
nosotros le regalaríamos el carrito (que por cierto estaba en muy buenas
condiciones), éste fue a recogerlo, y grande fue mi sorpresa al ver a mi hijo acercarse
a su carrito y agacharse a la parte de atrás del mismo y luego de abrir la
maletera, empezar a sacar aquellas
recuerdos que como les comentaba los guardaba en su escondite secreto, escondite
que siempre desconocí, pero que en ese momento lo pude conocer y darme cuenta
que aquel carrito siempre estuvo con él y no abandonado como yo pensaba. Se los
juro que en ese momento paso por mi cabeza, el detener el gesto de regalar aquel
carrito, pero luego de ver a mi hijo sacar todas sus cositas en una cajita, me
dijo… ya papi ya se lo pueden llevar. Ese gesto de desprendimiento lo voy a
tener grabado en mi mente por siempre y hoy se los comparto.
Acciones como estas están formando el carácter noble de mi
hijo, desde luego que estoy trabajando en complementar con otros valores que
ayuden a convertirlo en un ser humano bondadoso y bueno, porque ellos son los hombres
del futuro, que precisamente necesita este mundo.
Feliz
Navidad.
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