domingo, 17 de noviembre de 2013

Mi querido barrio.


Barrio es una subdivisión de una ciudad o pueblo, que suele tener identidad propia y cuyos habitantes cuentan con un sentido de pertenencia.

En este relato quiero compartir con ustedes vivencias de mi querido barrio. Como les comente en relatos anteriores, yo me crie en el distrito de Breña, para ser más exacto en el Jr. Caraveli. Hasta aquí ustedes se pueden preguntar y que tiene de particular este barrio…pues bien voy a tratar de narrarles algunas vivencias que hicieron de este VECINDARIO,  más que un lugar donde vivir.

Bueno para comenzar les debo contar que en mi barrio existe mucha solidaridad entre los vecinos y donde los festivales  “Pro ayuda” resultan ser un buen pretexto para juntarse, divertirse y de pasada ayudar con una causa común. Por ejemplo, si algún vecino se encuentra delicado de salud, se organiza un festival, y al mismo estilo de Mistura, cada familia dona una fuente de comida y las mismas se expenden el día del festival. Por lo general el día domingo, día del pueblo.  Para ello existe una comisión organizadora que se encarga de realizar las coordinaciones con los vecinos para que por ejemplo, no se repitan las fuentes de comidas, y de esta manera los comensales puedan tener un mayor abanico de posibilidades gastronómicas con que deleitarse; claro esta acompañados de unas buenas cervecitas, y si estas son en presencia de una agradable compañía… mejor aun!.  El dinero de todo lo recaudado se le hace entrega al vecino motivo del festival.

En Caraveli contamos con la bendición de la virgen de Fátima, quien es la patrona del barrio y la cual cuenta con una gruta para veneración de los vecinos. Esta figura de la virgen fue elaborada por el abuelito de mi amigo Cachivache, quien se dedicaba a restaurar imágenes de yeso.

 La fecha de festividad central de la virgen de Fátima, es el último domingo del mes de mayo. Para ello se elige previamente a los mayordomos que se encargarán de recaudar fondos para dicha festividad.

Cuentan que el 31 de mayo de 1970, fecha del terremoto que desapareció la provincia de Yungay, al momento que se inicio el terremoto, la procesión se encontraba entrando a Caraveli, y lo que hicieron los vecinos que acompañaban, fue ponerse de rodillas y rezar frente a  nuestra querida Virgen. Al culminar el movimiento y pasados los nervios propios de tremendo acontecimiento, quienes terminaron cargando el anda a manera de agradecimiento y devoción, fueron las mujeres del barrio. Desde esa fecha es una tradición que la procesión al momento de entrar  al barrio sea cargada por las mujeres del barrio, aunque sea un tramo corto, por lo pesado del anda. Toda una tradición llena de historia.

La gruta de la virgen se encuentra al fondo de la quinta Fátima,  y justo en la última casa de aquella quinta,  quedaba la casa de un señor que vendía cuetecillos; digamos que los ancestros de las famosas ratablancas. Como en ese entonces no teníamos propinas y queríamos como todo niño reventar cuetes, a mi amigo “el ciego”, no se le ocurría mejor idea que pedirle prestado a la virgen de su  alcancía de las limosnas, que los vecinos tenia a bien dejarle de forma voluntaria. Todos apoyábamos la idea, pero al momento que estábamos frente a la imponente presencia de la virgen…. nos echábamos para atrás.

Hasta que un día, este amigo nos pidió que rezáramos a la virgen y  le pidiéramos perdón por sacarles una que otra monedita, total Dios es puro amor y la virgen nos perdonaría. Fue así como una toda una delegación nos acercamos a la gruta de la virgen y nos pusimos de rodillas para rezarle. No sé bien cuantos ave marías y Padre nuestros íbamos, cuando de repente se paro este amigo y  fue directo hasta la alcancía y luego de hacer una venia y persignarse, metió la mano y saco algunas monedas. Todos mirábamos de reojo la acción, pero ahora con mucho más razón seguíamos rezando. El mayor beneficiado de esta nada aconsejable acción era el vendedor que veía como sus productos pirotécnicos tenía gran demanda.

Otra cosa que recuerdo de mis vivencias de infancia en mi querido barrio, era cuando con mis amigos nos escribíamos para participar en el campeonato de fulbito que organizaba la municipalidad. Para ello teníamos que recaudar nuestros propios fondos para la adquisición de las camisetas. Para tal fin, tocábamos las puertas de todos los vecinos y solicitábamos que nos regalen periódicos pasados y botellas vacías, las cuales eran acopiadas en la esquina del barrio. No saben todo lo que podíamos recaudar… eran cerros de periódicos y botellas, que luego serían vendidas a los ropavejeros que pasaban por la zona. La cantidad recaudada alcanzaba para la compra de dichas camisetas. El esfuerzo y trabajo comunitario había valido la pena.

Otra festividad clásica del barrio era la Fiesta de año nuevo. Recuerdo que cuando tenía 17 años,  tuve que asumir a solicitud de mis amigos la presidencia de la comisión organizadora de tal magno evento. ¿Pero como llegue a tal situación?… Recuerdo que todo salió como jugando una noche de octubre, en donde luego de aquellas clásicas reflexiones acerca de lo rápido que estaba pasando el año, decidimos en quórum  organizar la fiesta de año nuevo. El problema era que estábamos a escasos dos meses de la fecha objetivo.

Después de discutir como recaudar fondos,  y luego de asimilado que por la envergadura de la fiesta, la recaudación de la venta de periódicos y botellas no alcanzaría ni para el comienzo, decidimos organizar una fiesta  “Pro fondos”….. la fecha acordada fue el 31 de octubre, es decir teníamos pocos días para organizar todo.

Vendimos tarjetas, pegamos pancartas en las esquinas del barrio anunciando dicha fiesta. Es decir, nos organizamos y comprometimos al máximo.  Llegado el día de la fiesta no nos podíamos quejar, pues era todo un éxito, estábamos bien organizados, unos controlaban la puerta, otros estaban en el expendio de las cervezas y gaseosas, otros recogían las botellas del piso y estas tareas eran rotativas para no maltratar a la comisión organizadora. A estas alturas de la fiesta, lo único que debíamos hacer,  era mantener a la gente tranquila, cosa que cada vez era menos probable, debido a la cantidad de gente que se dio cita a la fiesta, y por la cantidad de cerveza que estábamos vendiendo, y por lo cual nosotros nos sentíamos más que agradecidos.

No sé en qué momento se desbordo la euforia de la gente, lo  que hizo que terminara en una bronca descomunal. Para suerte nuestra uno de los grupos tuvo la magnífica idea de salir a fuera del local para terminar la bronca en la pista. Fue en ese momento en que decidimos cerrar la puerta evitando que el otro bando salga y la sangre llegue a mayores…. La verdad que no sé si fue una buena idea, porque la turba que quedo de afuera quería romper la puerta. Para suerte nuestra la puerta era de metal. Conforme pasaban los minutos, la calle estaba hecha un polvorín, en donde a parte de los revoltosos peleadores callejeros, se encontraban los familiares de las chicas que habíamos invitado a la fiesta y a las cuales era nuestra obligación cuidarlas. Recuerdo que el sonido de la puerta era insoportable, hasta que mi amigo Kitty no se le ocurrió mejor idea que pedirme que abriera la ventana chica de la puerta, para que él, en ese preciso momento pudiera meter un puñete y de esta manera bajarse aunque sea a unos de los insoportables revoltosos. Y así lo hicimos…. a la voz de tres me dijo Kitty, uno, dos y tres, abrí la ventana y Kitty Kitty cerrando los ojos lanzo un mortífero puñete, pero justo al momento en que yo abría la ventanita, puede ver a una señora (probablemente madre de una de las chicas encerradas adentro del local) asomar su cara por la ventana, y lamentablemente en ese momento puede presenciar y  en butaca espacial, como al mejor estilo de Mike Tyson, impactar en la cara de esta pobre señora tremendo puñete y tumbarla al suelo. Literalmente se fue a la lona!!!

 Ahora con mucho más razón ya no podíamos abrir la puerta.

Para  suerte nuestra a los pocos minutos llego la policía y pudo poner fin a tremendo lio callejero. Lo rescatable de todo era que habíamos recaudado los fondos suficientes para seguir con nuestro propósito, es decir la fiesta de año nuevo.

El resto del dinero lo recaudamos de donaciones de los vecinos, quienes ya no querían (por el bienestar del barrio) que organicemos otra fiestecita.

El día 30 de diciembre es cuando comienza el trabajo arduo. Lo principal, armar el estrado. El encargado era  nada más y nada menos que Perro Julio, quien subía a los techos de las casas y de ahí, sacaba los tablones que luego utilizaría para armar el estrato. A Dios gracias no existía fiscalizaciones de defensa Civil.

El día 31  lo más pequeños del barrio se encargaban de pegar las cadenetas, mientras otro grupo se  encargaba de ir a al vivero municipal a traer las palmeras para decorar el escenario  (sin consultar obviamente a los encargados de cuidar el vivero). Otro grupo trabajaba en las coreografías que en la noche presentarían los más pequeños del barrio.

Con los colchones viejos que son previamente depositados en los techos de las casas, se arman los números del año viejo que se va, los mismos que son quemados a las doce de la noche…. algo simplemente impresionante.

Ya en plena fiesta, los concursos y los juegos eran del deleite de todos los vecinos. Recuerdo que al más puro estilo de Trampolín a la fama, se solicitaba a los presentes, un premio a quien traiga un producto casero, a ocurrencia del animador.

Lo mejor de todo, es que pudimos alcanzarles regalos a los niños del barrio. Todo era felicidad y camaradería. Un verdadero éxito!!!

Solidaridad, compromiso, trabajo en equipo son algunas de las lecciones adquiridas a lo largo de mi vivencia en mi querido Caraveli.

Bueno para terminar, les cuento que desde hace varios años vivo en el distrito de Surco, pero cuando alguien me pregunta  de qué barrio soy, yo respondo al instante y con orgullo, que soy de Breña y para ser más exacto de Caravelí cuadra 10.
NOS VEMOS…….

1 comentario:

  1. Me pregunto que paso con la señora que metió la cara por la ventana siendo victima del gancho frontal que aplico el famoso Kitty?

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